Entre sus fines la educación debe preparar para el ejercicio de la ciudadanía. A pesar de ello se obtienen pocos resultados satisfactorios en este aspecto. La educación debe abrir cauces efectivos para que el discente en formación se convierta en un hombre aportativo a la comunidad en que se desenvuelve. Por tanto, deben practicarse nuevas formas de pedagogía sensibilizadora que convierta a la escuela en una institución sensible en sí misma. Ante la disyuntiva de la educación entre una pedagogía de la violencia y una pedagogía de la sensibilidad, se hacen algunas consideraciones con la finalidad de aportar ideas en el debate de tal dicotomía.